Como una metáfora visual del ascenso espiritual, esta escalera interior del Palacio Barolo serpentea hacia la luz, evocando el tránsito del alma desde las sombras del Infierno hacia la claridad del Paraíso, tal como lo imaginó Dante en la Divina Comedia.
El hierro forjado, con su intrincado diseño, marca el camino con firmeza y elegancia. En contraste, una antigua polea cuelga en silencio: un recordatorio del peso del pasado y del esfuerzo necesario para elevarse.
La luz entra tímidamente por las ventanas verticales, bañando la escena con una atmósfera casi sacra. Esta imagen no muestra solo una escalera, sino un viaje simbólico. Un fragmento del mundo que nos conecta con la eternidad, escondido en pleno Buenos Aires.